Con la noche,
se hacen dos.
Son dos cuerpos
desunidos huyendo,
buscando, oliendo
una nueva unión.
Con la nieve, los amantes
se siguen haciendo;
continúan amando
la esencia que los creó.
Al roce de la mañana,
al sudor del rocío propio,
se levantan como
en el campo la flor.
Con el día,
vuelven uno y uno, los dos.
Originalmente dedicado a Agustina Zanuttini; prontamente hecho público, sin consentimiento de la dama -no pude esperar.
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