Unos mil soles

Esta noche es para descansar
en unas cervezas,
en unas corridas
y en dejar de buscar la verdad.
Ella es imposible de alcanzar:
es una máquina que necesita
de testigos para funcionar;
es una diosa que pide adoradores
para poder resucitar.

Dejame del lado del sol;
dejame del lado de la paz.

Tocan las campanas,
abren las persianas,
cierran las murallas.
No se que pasa pero creo
que mi mente dice una verdad:
la llegada de un misil a mi vida,
con la fuerza de unos mil soles
y el poder de Horus el titán.

Del lado del sol quiero estar.
Del lado de la paz quiero estar.

Una voz rapea en el horizonte,
y una roca mana agua de vida.
No entiendo mi velocidad,
mi vida, mi curiosidad.
Nada que digas puede pasar
mi corazón de piedra;
no intentes romper lo que sólo
yo rompo sin miramientos,
inmerso en la soledad.

¡Del lado del sol!
¡Del lado de la paz!

Un cuarto vacío y mil soles chocando.
No quiero refutar la vida ya.
Quiero salir a despertar,
caminar y nada más.

Y nada queda de lo anterior...




Es dura su piel
como la fuerza del despertar,
el destino de luz y gravedad
que espera a la humanidad.

La quiero pero no quiero ya
sufrir mas penas ni desolación.
Le prepararé un colchón de plumas
y una almohada de flores nuevas.

Ahora tengo un ojo en cada lado,
un pie en cada estación;
un poco que quiero amar
y otro poco que no.

Mientras, siento la lluvia,
oigo al viento
y río cada vez
que oigo su voz.

Caminar y nada más,
pensando en el mañana,
en su mirada, en la gente para amar.
Eso es despertar.