martes, 9 de octubre de 2012

Preparando el final

La velada estaba colmada en Jerusalén. Todos estaban llenos, que no podían casi moverse de las sillas. Charlaban con ánimo, pero preocupados por las palabras del Maestro.
En su Cena, Jesús se levantó de súbito, diciendo con un vozarrón poderoso:
- Pedro, Santiago, Juan. Vamos.
Los otros ocho quedaron tiesos, mirándose uno al otro, sin nada que hacer. Empezaron a hablar sandeces. A lo lejos, ya camino a Getsemaní, les pareció oír un griterío espectacular proveniente de la casa. Pedro se ofreció a ir a visitarlos y ver que sucedía, pero Jesús lo detuvo.
- Nada malo les pasará. Ni a ellos, ni a ustedes. El problema es conmigo.
A lo que, luego de un lapso, añadió:
- Síganme.


Desde la misma casa del Sumo Sacerdote, una partida de mercenarios salía encabezada por Judas Iscariote. El sonreía con pereza, casi obligado. Shamiel lo miró encantado.
- Esto debe ser hecho. Por Israel.
Shamiel encabezaba sus frases con esto. Seguía con que la división del pueblo, con que los fariseos no podían dar pasos atrás, otras cosas políticas, dinero, traición, no es una traición, Roma. Judas empezaba a perder la cordura , entre tantos términos y conceptos complicados que encubrían el asesinato de un hombre. Ya no tenía dudas: ese Jesús no era, para él, el Mesías. Pero aún así, no creía que crucificarlo fuese un destino adecuado, como fogoneaban algunos cuantos amigos suyos del Sanedrín. Con el exilio en algún lugar de África, o prisión perpetua en Roma bastaba. Había miles de alternativas. ¿Por qué brotaba la mas violenta siempre?
- Te prometo que vamos a encarcelarlo y nada más -Shamiel lo miró fijo a los ojos-. Por ahí lo azotan un poco, el acepta que las cosas se fueron demasiado lejos, se pacta algún acuerdo y listo. Los seguidores se dispersarán pronto, o los matamos. Y todos los que importamos vivimos cómodos y felices, como cuando él no estaba dando vueltas.
Suspiraron juntos.
- Como se nota que no lo conocés -siseó Judas, evitando derribar punto por punto el extraño razonamiento de su amigo.
- ¿No va a negociar? -Shamiel gimoteó una risa-. Está su vida en juego. Vamos a ver si cuando entienda que su actitud lo va a llevar al exilio o a la muerte, no va a querer negociar.
- Insisto: no lo conocés. No negoció hasta ahora, no lo va a hacer después...
Se hizo un silencio escandaloso, de pisadas de sandalias nomás.
''¿Por qué no puede haber algo donde no esté involucrada la sangre en estos tiempos?''


En un costado, tras unos árboles, un ángel, invisible a los hombres, asqueado de ellos, gozaba toda la situación. Se relamía repitiéndose el pasaje de la Escritura Santa:

''Heriré al Pastor, y sus ovejas se dispersarán''

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Decime qué pensás, que sentís, si te gusta o lo que quieras!