Subía entonces,
corría por detrás
de las viejas cortinas
que ocultaban grandes decepciones
de los días de corridas y bebidas.
Resistía paciente,
con la sudoración en la frente
y clima agobiante.
Todos corrían a mi alrededor,
y no prestaba atención;
las balas se oían por detrás
pero eran ecos de un pasado
negro y triste como un perro muerto.
Yo miraba decepcionado
el presente desolador;
mis compañeros cambiaron,
no se si fue el traje,
o de la juventud, la evaporación.
Yo mantengo el sueño intacto,
bellos deseos de liberación,
que no mueren con el tiempo,
sino lo harán conmigo,
compartiendo mismo cajón.
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